11 de junio de 2013

Las reformas buscan borrar las consecuencias y las huellas de la victoria antifascista de la Segunda Guerra Mundial

Por muchas patrañas que los medios de propaganda nos cuenten, está más que claro que esta crisis económica, a parte de ser una de las consecuencias cíclicas del nefasto y desastrosos para la mayoría de los seres humanos sistema capitalista, persigue, como ya apuntaba Marx, no solo ajustar la tasa de beneficios de los que viven de explotar a otros hombres, sino, aprovechando que hace dos décadas los bárbaros oligarcas no tienen potencia socialista alguna que frene sus ímpetus criminales, recuperar el tiempo perdido desde la Segunda Guerra Mundial.

 Por supuesto que esto se lo tienen bien calladito para que los trabajadores sigan creyendo que todas las vueltas de tuerca contra sus conquistas sociales son producto de la necesidad económica, en vez de ser producto de la ambición de los que jamás tuvieron escrúpulo alguno.

El periodista Leigh Phillips ha llamado la atención  recientemente sobre un informe de la multinacional de servicios financieros J.P. Morgan, en el que se señala que el ajuste y las reformas estructurales en el sur de Europa buscan acabar con el legado social y democrático del antifascismo europeo, ejemplificado en los Estados del Bienestar.

Es decir, que los grandes mafiosos capitalistas y sus grandes corporaciones están aprovechando la cíclica crisis del sistema para acabar con el cada vez menos arraigado sentimiento antifascista de los europeos, nacido en la lucha contra el nazismo y el resto de fascismos durante la Segunda Guerra Mundial, y que la rotunda victoria del Ejercito Rojo, que lamentablemente se paró en Berlín en vez de llegar hasta Londres y Lisboa, obligó a los grandes corporaciones a soportar, para evitar que le modelo soviético hiciera a los trabajadores sometidos a la dictadura del capital, incontrolables, y que el chiringuito de vivir de su trabajo se fuera al traste como en la Unión Soviética y el este europeo (precisamente por eso se potenciaron los partidos socialdemócratas y su concepción absurda y pleonástica del capitalismo con rostro humano).

Sin embargo, derrumbado el peligro que mantenía a la oligarquía capitalista con el rabo entre las piernas, la necesidad de máscara humana dejó de tener sentido, al igual que el paripé socialdemocrático. Veamos algunos párrafos del citado informe:

"con el transcurso del tiempo ha quedado claro que hay también problemas de legados nacionales con una naturaleza política. Las constituciones y los arreglos políticos de la periferia del sur de Europa, puestas en marcha tras la caída del fascismo, contienen una serie de rasgos que parecen poco adaptadas para una mayor integración de la región. Cuando los políticos alemanes hablan de una década de ajustes, probablemente tengan en mente la necesidad de reformas económicas pero también políticas." (...)  "Las constituciones tienden a mostrar una fuerte influencia socialista, reflejo de la fuerza política que los partidos de izquierda obtuvieron tras la derrota del fascismo. Los sistemas políticos de la periferia típicamente muestran varios de los siguientes rasgos: ejecutivos débiles, estados centrales débiles con respecto a las regiones; protección constitucional de los derechos laborales; sistemas consensuales que fomentan el clientelismo; y el derecho de protesta si se producen cambios en el status quo político que no son bienvenidos."

Vemos, pues, que los grandes criminales que tras la Segunda Guerra Mundial crearon y apoyaron los movimientos fascistas, como forma de acabar con el empoderamiento obrero, que tanto perjudicaba a sus beneficios obtenidos del saqueo de su producción, ya están dejando de tener tapujos para explicar incluso las verdaderas razones políticas de las medidas de recortes salvajes contra la clase obrera, y que empiezan a dejar de limitarse a seguir el guión de aparentar causas inevitables producidas por la evolución económica.

Ahora ya van dejando claro lo que es cada vez más difícil de ocultar: tras laderrota de Hitler y Mussolini  tras la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos y sus amos de las grandes corporaciones tuvieron que renunciar a los objetivos del fascismo de acabar con las aspiraciones democráticas y económicas de los trabajadores, cediendo algunas conquistas sociales que, sin embargo, eran mínimas en comparación con las alcanzadas con la temible, no solo militar, sino también económica, social y, sobre todo, políticamente, Unión Soviética.

 Por ello, la consultora JP Morgan, propiedad de una conocida familia representante del tradicional capitalismo industrial gestora y financiadora de los movimientos fascistas, recomienda ahora acabar con la "tontería" y crear gobiernos fuertes, con estados centralizados, con el objetivo de apretarle todo lo posible las tuercas a la clase obrera, acabando todo lo posible con los derechos laborales, y donde todo indicio de protesta o lucha sea limitado (es decir, se trata de volver al fascismo, esa ideología tan anhelada por el gran capitalismo y al que tuvieron que renunciar al ser derrotados por el ejercito de los trabajadores organizados, el Ejercito Rojo,  bajo la dirección de la Unión Soviética, ante la que estos tipejos despreciables y criminales tuvieron que agachar la cabeza por primera vez en la historia (humillación que jamás olvidaron).

 La cuestión es que lamentablemente hoy ya no existe un estado en el que la clase obrera haya tomado el país y donde esta haya destinado todo el producto de su trabajo no solo al desarrollo económico, social y militar de su propio estado, sino a la defensa de la humanidad, y si los trabajadores no espabilan, y dejan de picar el anzuelo del enriquecimiento, la clase media, el pacifismo, y la sociedad sin clases (o el que todos, independientemente de su clase, pues estas se niegan, estamos en el mismo carro), si la clase obrera no se organiza de una vez no solo para la resistencia sin para la futura toma del poder y eliminación total de la clase explotadora y parasitaria, el futuro en la antigua Europa donde Hitler, aquel Frankenstein creado por el capitalismo industrial, fue devuelto a las tinieblas de donde le crearon,   será solo un episodio de la historia que ni siquiera será estudiado en las escuelas, después de que el pasado sean diseñado para que nadie se acuerde de aquella época en que los trabajadores de la Unión Soviética y de toda Europa, organizados y unidos, lograron pararle los pies a los fascistas y al gran capital.

Y es que, como escribió el poeta comunista y, por lo tanto, antifascista alemán Bertolt Brecht, en la frase que preside este blog, "¿De qué sirve decir la verdad sobre el fascismo si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina?". La pregunta del poeta revolucionario es tan cierta como que si no se acaba con el capitalismo de una vez por todas el fascismo seguirá segando con su guadaña las esperanzas mas esenciales del ser humano, aquellas que hacen a las personas diferentes de los animales: las de la igualdad, la solidaridad y la construcción de un mundo en que ningún hombre viva de explotar a otro.
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Datos extraidos del blog de Javier Ortiz


1 comentario:

Juan José Calderón Amador dijo...

quien ganó la segunda guerra fueron los fascistas , en uno y otro lado nos gobiernan ... aunque para eso tuvieron que maquillar el resultado .. cambiando las figuras de cera ...

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